Resulta que para un examen al que se iba a presentar, le pidieron una Partida de Nacimiento y se lo pidió a su madre (la abuelita). Cual es su sorpresa que cuando le llega, el nombre que pone es María Apolónia Villegas Romero. Se puso en contacto con la abuela creyendo que el certificado que le había enviado era el de la tita Maruja pero la abuela le contestó que era correcto y que cuando se vieran se lo explicaría con calma.
Cuenta la tita, que incluso cuando salieron las notas de los examenes, creía que no la habían evaluado porque no aparecía en las lista, hasta que se acordó de lo del nombre. Por cierto, aprobó.
Cuando regresó a Granada la abuela le comentó que a la hora de ponerle el nombre, el abuelo se dirigió al ayuntamiento, sin decir nada a la abuela, y el alguacilillo le dijo cual iba a ser el nombre de la niña para registrarla. El abuelo no lo tenía claro y el propio alguacil fue el que dijo que se debería de llamar María, como la madre y Apolónia como el padre, y el abuelo asintió.
Cuando llegó a la casa y se lo dijo a la abuela, a esta no le sentó muy bien que digamos y decidió, llamarla Sacramento en honor a otro familiar que no me acuerdo quien me dijo, y no le dijo a nadie el nombre verdadero. No se lo dijo ni a la interesada que, como habéis podido leer anteriormente, se enteró por la Partida de Nacimiento.
Así que tenemos dos titas que se llaman María, la tita Sacra y la tita Maruja.
La tita Sacra dice que no le gusta mucho el nombre de Sacramento pero que lo prefiere al de María Apolónia pero si le hubiera gustado llamarse, solamente María.
Bueno tita otro día comentaré el tema del carnet de identidad que también es muy gracioso.
Por lo tanto las soluciones eran:
La tita Sacra y el alguacilillo.
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