viernes, 23 de julio de 2010

El sueño de una noche de verano

Hubiera querido hacer esta entrada antes, pero no he tenido tiempo. llevo varios días, a ratitos confeccionandola y espero que os guste.



Media tarde en España. Casi 40 grados de temperatura media. Calles medio desiertas. Inmigrantes en todas las equinas vendiendo la rojigualda con el escudo del Plus Ultra. Bares llenos que no dan abasto. Caras pintadas bicolores. Banderas, muchas banderas, vuvucelas, bocinas, palmas.... !a por ellos, oeh!, !a por ellos oeh!, !a por ellos eoeh!. Nervios, muchos nervios. Nervios a lo desconocido, nervios por tocar el cielo. Todos con nervios, a los que les gusta el espectáculo como a los que no lo pueden ni ver.

No te olvidaremos nunca, España. La del 11 de Julio de 2010 será una alineación para la historia. Saltan los equipos al césped. Brilla el oro de la Copa del Mundo cuando pasa nuestra bandera a su lado. El escenario es impresionante y el sonido ensordecedor. Se alinean los jugadores y suenan los himnos. Primero el Holandés, que ejerce de equipo local, y después, nos cogemos de la camiseta, apretamos su color en un pellizco eterno y miramos al cielo. Suena el himno sin letra, el que se tararea con una felicidad inusitada. Solo comparable a cuando el Palio de Nuestra Señora de la Esperanza sale, los martes santos, del dintel de su puerta en Plaza Nueva. Suben las pulsaciones y el calor. Rompe el aplauso...... !vamos España!.

Y el resto ya es historia. El resto es una selección nacional muy superior a la "orange". Holanda no es como se vendió en la clasificación para la final. Holanda no recuerda el fútbol creativo de Cruyff. Holanda es como una selección de leñadores. Holanda no construye juego, solo destruye el ajeno. Y la tensión vuelve a subir. Y el árbitro no vale ni para pitar en campos de tierra. Y nos cosen a patadas. Y se acaba el primer tiempo. Y el segundo.

Ya casi no quedan cervezas en los bares. Ya no hay coca cola de botellín. Han tenido que ir a por hielo. El calor congestiona los rostros. La tensión se masca. Es injusto ir a la prórroga, pero más lo sería ir a los penaltis. España domina el partido desde que empezó, pero apenas puede construir algo de juego coherente en ataque. Nos están masacrando con las faltas. Llegan las ocasiones contadas... y perdonamos. Aparece el Santo, frente a Robben. Y el nervio se incrementa, las pulsaciones ya no sé ni por donde van. Y pensamos: no se puede perdonar en la final de un mundial.


Y casi al finalizar el tiempo reglamentario de la segunda parte de la prórroga, casi cuando el corazón ya no podía ni mirar la pantalla, casi cuando el calor había pegado a nuestra piel la camiseta... llega Cesc, y se inventa un pase a Iniesta entre cinco holandeses más perdidos que un caracol en un espejo y, el de Albacete, el creador de juego en el centro del campo, engancha un balón que lo ha hecho eterno, como a Torres lo hizo la Eurocopa de Austria frente a Alemania. Es tanta la tensión que casi tardamos dos segundos en gritar !gooooooooool! mientras los españoles corren, vestidos de azul, hacia un córner. !!!!!!!!!!GOOOOOOOOOOOOOOL!!!!!!!!!!.


Y te abrazas, saltas, sudas, miras al cielo y lloras. Lloras como los niños, casi sin motivo. No lo puedes evitar. Lo has esperado toda tu vida. Tus familiares, amigos, son parte de tu carne. Has vivido con ellos la fase final del mundial como viviste hace dos años aquella gloriosa Eurocopa. Hemos sufrido el gol suizo. Hemos pasado por Honduras, Chile, Portugal, Paraguay y Alemania. Saltas, saltas sin poder evitarlo. Cada uno vestido con algo representativo, la camiseta de la selección, una pulsera con los colores del la nación, la muñequera del pádel que es roja y gualda, la camiseta que ha regalado el periódico etc. Sigues saltando. Los abrazas, los besas... no hay preocupaciones, solo euforia.


De ahí hasta el final, más sufrimiento. Porque no seriamos campeones sin sufrir. todo en este país nos tiene que pasar sufriendo, para que aprendamos a valorarlo. Y pita el jodido árbitro pita, y corre el banquillo español adentrándose en el campo. Y volvemos a saltar, a abrazarnos, a llorar. Pero ya no gritamos !goooool!, ahora toca !!!!!campeooooooones!!!!!.


De ahora en adelante, todo es celebración. Por las diferentes ciudades, gente en la calle enfundados en banderas nacionales, con las pinturas de guerra. Caravanas de coches pitando y la gente gritando, !!!!!!que se besen!!!!!!, como en las bodas, en alusión a Casillas y la Carbonero, que cuando apenas podía aguantarle la mirada a esos ojos tan hermosos pensó, !!que coño!! y la besó. Olé tú Casillas. Eres el mejor portero posible, el que nos ha llevado hasta la Copa del Mundo, el que ha vengado a Arconada, Buyo, Zubizarreta, Cañizares y a tantos otros.




Gracias por hacernos tan felices, España. Gracias por convencer hasta a un incrédulo como yo, de que era posible. Gracias por hacernos volar hacia mundos mejores, con menos problemas que los que tenemos día a día.

Gracias por hacer disfrutar a la gente mayor que ya pensaban que no lo iban a ver. Y gracias por conseguir hacer ver a los españoles, que juntos podemos hacer muchas cosas, bajo un solo escudo y una sola bandera, la española.


Fue un 11 de julio de 2010, cuando bien adentrada la noche, cayó una estrella sobre nuestro escudo nacional.



CAMPEONES DEL MUNDO

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