viernes, 30 de julio de 2010

Veraneo a la antigua

Dicen los cursis de los diseñadores de moda, que las tendencias son cíclicas y que pasado un cierto tiempo, todo termina por volver como un boomerang, (ellos le llaman Remake). Y hay que darles la razón, aunque puntualizando que, aparte de la moda, en la vida cotidiana casi todo termina sufriendo esos ciclos de ir y venir.

Y el verano español, como no podía se de otra manera, también está viviendo su especial ¨remake¨, obligado, en este caso, por lo malita que está la cosa en el sector económico. Basta con echar una ojeada a la playa para darse cuenta de que hemos vuelto a los veraneos de nuestra infancia: tan solo nos faltan el helicóptero de Tulipán, lanzando paracaidistas al agua y la avioneta tirando balones de Nivea. Ha vuelto el veraneo de fin de semana con los parientes ¨pudientes¨del apartamento costero amortizado hasta el extremo.

Volvemos a meternos 12 en un apartamento ideado para 4, con un solo baño y la caja de cerillas en la mano para que al siguiente no se le caiga el pelo a manojos cuando entre. Volvemos al veraneo de sombrilla de promoción publicitaria, sillas de loneta de rayas azules y blancas (por cierto, el que ideó este modelo, debe estar veraneando en Punta Cana por los derechos de copyright) y neverita azul. Y, como en todo, los hay profesionales de la jornada playera: con mesa de plástico con banquitos incluidos, con toldilla tipo carpa, imposible de anclar en nuestra queridas playas granadinas, llenas de pedruscos, con colchonetas para echar el pestañazo siestero, con dvd portátil para ponerle al niño los ¨cantajuegos¨y que no se engorile mas de la cuenta.....


No hay más arte en el mundo, que en la playa española. Y eso se está recuperando debido a la manida crisis. El bocadillo con el jamón sudaito de casa liado en papel Albal; los refresquitos para los niños y los poloflash a media tarde, congelados en la nevera; el termo del cafelito y los azucarillos de sobre (a un buen dominguero no le debe faltar un detalle); y, por supuesto, el inacabable mundo del ¨tupper¨y sus contenidos imposibles, desde unos callos a unos filetillos empanados reblandecidos, pasando por la inevitable tortilla de papas más tiesa que la mojama. Dentro de un tupper playero, podemos encontrar casi cualquier cosa. Y, si hay que hacer gasto extra, que sea para un espeto saboreado hasta la última gotilla de aceite de la sardina, o para alquilar el ¨patín¨y ponerse colorao como una gamba arrocera, o para un ¨Drácula¨para el niño y un ¨Mágnum¨para la mamá, que siempre hubo clases. Por cierto, un día hablaremos de la especial malafollá que tienen los vendedores de kiosco playeros.

Volvemos a ser veraneantes de fin de semana que dejan las playas tiesas de lunes a jueves; volvemos a formar nuestra ¨colica¨en la carretera de la costa, y nos atrancamos en los pueblos que cruza. Volvemos a viajar a horas improcedentes para intentar evitar esa ¨colica¨y así bajamos a la playa en pleno ¨torrao¨a la hora de comer, con cincuenta grados en el asfalto, y nos subimos al fresquito de la noche del domingo, cuando ya todos deberíamos estar acostados, y no pensando en el tráfico y la carretera. Volvemos a convertirnos, cada fin de semana, en exaltadores del plástico: todo lo que nos rodea es de este material: la mesa, las sillitas, las pistolas de agua, los tupper, las perchas de la sombrilla, los pinchos para clavarlas, la bañerita del infante, los manguitos de la mayor, los vasos del tinto de verano, la neverita, las chanclas.... todo, todito, todo menos el periódico y la camiseta.



La crisis dispara el ingenio a la hora de darse un bañito y una escapada, y, como no podía ser de otra manera, los andaluces nos llevamos la palma en este tipo de excursiones. Hay que ver lo empaquetadito y embolsadito que baja todo y como subimos de arena y de bultos, con los muslos rozados del bañador mojado y la sal apretada contra la espalda del asiento del coche, como se hizo toda la vida cuando fuimos pequeños, y como vuelve a hacerse ahora.

Solo hay una cosa que no vuelve con este tipo de planes, y es eso del ¨descanso dominical¨que cantaban los de Mecano cuando no los perseguía Hacienda. Hay fines de semana de los que no terminamos de recuperarnos hasta el miércoles. El verano retro que nos estamos marcando, lo deja a uno para un retiro espiritual, cuanto menos.

En fin todo este rollo el para desearos a todos un feliz verano y un gran veraneo.

P.D. Espero que os acordéis de mí cuando os ocurra algo de lo que os he contado.

1 comentario:

Susana Sanchez dijo...

Cuanta razón tienes, primo. Yo ya he disfrutado de mis vacaciones (la primera quincena de Julio) y debido a las circunstancias actuales mi destino han sido las playas de Gavá-Castelldefels, con nuestra neverica, nuestros tupers y bocatas y a plantar la sombrilla!!!!!!