miércoles, 5 de enero de 2011

Noche de Reyes e Ilusión

Aún recuerdo aquellos días en los que después de ver la Cabalgata, cenábamos pronto, deprisa, para acostarnos rápidamente.

Recuerdo poner los zapatos en un sitio que pudieran ver bien los Reyes, dejarles las copitas de anís con los mantecados y entreabrir la ventana para que pudieran entrar en casa.


Recuerdo aquellos nervios tontos metidos en el estómago sin saber por qué, aquella ilusión inocente, aquella esperanza de amanecer junto al regalo deseado ese año.

Recuerdo aquellos nervios de mi hermana y sus constantes preguntas de si habrían venido ya o no.

Recuerdo los sobresaltos durante la noche, cuando se atisbaba el ruido de un papel de envolver por el largo pasillo de la casa.

Recuerdo, ya de mañana, a mi hermana y a mí, pidiéndole permiso a mi madre, que digo pidiendo permiso, suplicando a mi madre que despertara ya a mi padre (que se había acostado mas allá de las 4 de la mañana, por trabajo) para poder entrar en su dormitorio donde debían estar los regalos. Algo aguantábamos, y reconozco que para mi padre, probablemente era el día que menos dormía del año, pero el también tenía derecho a ver nuestras caritas al encontrar los regalos. Mi madre siempre nos decía que al Camino de Ronda siempre venían mas tarde y que todavía no habían llegado. ¨Y entonces los ruidos que yo había escuchado de noche que¨.

Llegaba el momento ansiado, abríamos la puerta del dormitorio y sí, ya habían llegado. Nos juntábamos los cuatro miembros de la familia y contemplábamos las cosas montadas, los juguetes deseando unas manos que los tocaran, las bolsas de chucherías (alguna vez carbón, pero dulce).

Recuerdo perfectamente las miradas de satisfacción de mis padres, me emociono mientras escribo esto, y los gritos continuos de los dos ¨mira esto¨, y ¨mira aquello¨... la sorpresa de algo que no habías pedido y los Reyes consideraban oportuno que tuvieras.

Lo recuerdo todo como si fuera ayer y lo recuerdo con tanta felicidad que hace sentirme orgulloso de la cuna en la que vine a parar, del cariño que supieron darme sin consentirme desmanes, de la sabiduría que he podido heredar de aquellos que, amándose, me dieron la vida y la siguen dando todos los días cuando algo necesito.

Solo me falta una cosa en esta vida y se la pido a Dios con todas mis fuerzas, y es que pueda ilusionar yo de la misma manera, a mi hijo el día que Dios quiera que esté con nosotros.

Esta noche mágica de Reyes, quiero que sepáis que sigo confiando en vosotros: Melchor, Gaspar y Baltasar.

P.D. Que sus majestades sean muy generosos con todos vosotros.

No hay comentarios: